En pocos lugares de México es posible reconocer tal cantidad y variedad de santos como en las iglesias de Oaxaca; el ejemplo mas claro, casi una enciclopedia de iconografía cristiana, lo es el templo y ex convento de Santo Domingo, la más suntuosa iglesia del sur de México, que por sí sola podría ser considerada como una de las maravillas del país. Toda la construcción ocupa algo mas de cuatro hectáreas, y tardaron cerca de 100 años en concluirla a partir de 1570. Desde sus inicios ya despertaba la admiración de los viajeros; un monje la describió en 1626:
El convento de la orden de Santo Domingo lo es mas rica que todos los otros, porque su tesoro vale más de tres millones, siendo la iglesia el edificio mejor y más hermoso de toda la comarca… y las paredes de piedra tan gruesas que se han visto andar por encima las carretas cargadas de piedra. El convento de Santo Domingo funcionó como el centro evangelizador de toda la zona mixteca y zapoteca, además de ser sede de la Universidad Dominica de Antequera y dar cursos de artes y oficios a los indígenas.
El edificio principal era la iglesia, decorada con una alta fachada que tiene como motivo central a San Hipólito y Santo Domingo sosteniendo la iglesia, y arriba de ellos tres esculturas renacentistas que aluden respectivamente a las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Una vez que se entra al templo, en la bóveda que sostiene el coro se puede ver el árbol genealógico de Santo Domingo de Guzmán con más de 100 personajes modelados en estuco. Sobre el coro, la bóveda está adornada con las imágenes de otro centenar de santos y mártires pertenecientes a la orden dominica.
A un lado de la entrada, las imágenes de las vírgenes de la Ascensión [sic] y el Rosario resguardan el paso a la capilla del Rosario, con un impresionante retablo dorado y una cúpula adornada con los 12 apóstoles, ocho profetas y los cuatro evangelistas. Cerca de 40 escenas bíblicas adornan la nave principal del templo, y en las esquinas de su bóveda, rodeados por intrincados adornos, se representan a los cuatro papas dominicos, y a los lados de las ventanas a los patriarcas de la Iglesia: Santo Domingo, San Pablo, Santo Tomás y San Francisco. Por si fuera poco, hay muchos otros santos e imágenes en el altar principal, las capillas y paredes del templo.
Mas de 30 templos centenarios han logrado sobrevivir a los estragos de los sismos y revoluciones; muchos de ellos fueron reconstruidos varias veces y sus interiores resultan austeros, predominan en ellos el estilo neoclásico de fines del siglo pasado. Pero también han sobrevividos algunas joyas coloniales dignas de mención; entre las que se destacan están los lavaderos del ex convento de Santa Catalina de Siena, la fachada barroca del templo de San Francisco, con un estilo que se asemeja a las iglesias del Bajío; los retablos y altares dorados de San Felipe Neri, Santa María de las Nieves, la Defensa y San Agustín, todos de primera calidad pero apenas una muestra de la enorme riqueza que alguna vez tuvieron dentro de sí las iglesias oaxaqueñas.
González de la Vara, F; (2002) Maravillas de México IV Herencia novohispana. México. Editorial Clío.
Existen, indudablemente, una cantidad inagotable de elementos por comentar de este templo, tan solo en lo que como tal es la iglesia, pues no se puede omitir la variedad que también ofrece su exconvento. Comenzando por la entrada principal, dos alegorías, la de la fe, con los ojos cubiertos, y la esperanza, con un ancla en la mano, flaquean el acceso principal.
No solo conviven santos en el templo, sino también los padres fundadores de esta orden en la región. Uno de ellos, Jordán de Santa Catalina, que de hecho aparece con frecuencia en los relatos de la Virgen de Juquila, pues una de las leyendas del origen de dicha imagen refiere que fue este predicador el que llevó la pequeña efigie hasta esas zonas serranas de Oaxaca. Hoy luce también casi a la entrada del templo.
El retablo principal, lo mismo que varios de sus laterales, lamentablemente no son los originales, esto debido a que tras la independencia de México, los dominicos fueron exclaustrados. El templo tuvo varios usos, entre ellos caballeriza, lo que llevó a que parte de su patrimonio fuera destruido en esos lapsos del tiempo. Cuando fue reabierto al culto público, se emprendieron acciones para recuperar su patrimonio. Aun hay fotografías antiguas donde apreciamos los primeros retablos cuando se reabrió como iglesia. Un retablo con intenciones barrocas pero con estilo neoclásico ocupó el lugar central de manera poco afortunada. Mas decente era un baldaquino que en la parte central se construyó.
Hoy podemos apreciar la mano de artistas locales principalmente en los dos retablos laterales al presbiterio. Se puede inferir su modernidad pues en uno de ellos el lugar central lo ocupa San Martín de Porres, santo que aunque del período de dominación hispánica en América, fue canonizado hasta el siglo XX. Igualmente, la figura de San Juan Diego aparece en otro de los retablos, el de la Virgen de Guadalupe, este santo, sabemos, fue reconocido como tal hasta 2002. De gran mérito es igualmente el púlpito del templo.
Igualmente, artistas locales han intervenido en otras partes del templo. Un pasillo, que sirve como acceso de la entrada lateral, tiene en uno de sus lados un relieve con los Mártires de Cajonos, santos de esta entidad oaxaqueña y que también fueron indígenas. Del otro lado, el papa Juan Pablo II, que visitó este estado, siendo Santo Domingo uno de los sitios donde llegó a registrarse su paso por tierras mexicanas.
Este templo aún resguarda mucho, pero el tiempo como siempre juega en nuestra contra. Habrá de terminar de recorrerlo en otra ocasión, pues todavía faltan varios sitios de la ciudad de Oaxaca.
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