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miércoles, 11 de diciembre de 2019

CUANDO LA VIRGEN SALÍA EN PROCESIÓN: LA INUNDACIÓN DE 1629



La Ciudad de México fue construida sobre un lago, esto como consecuencia ha producido inundaciones, muy frecuentes en los años recientes a causa del calentamiento global. Sin embargo, en la época virreinal había costumbres particulares y formas de reaccionar ante este tipo de desastres naturales. La inundación de 1629, hoy sabemos, fue una de las peores que ha azotado a la ciudad de los palacios. Inundación que se prolongó por largo tiempo, al grado de recurrir a la denominada ayuda divina, en este caso, traducida en el extraordinario traslado de la Virgen de Guadalupe, desde su ermita (todavía no se construía la antigua basílica) en la Villa de Guadalupe hasta la Ciudad de México. Una reseña de los hechos la dejo en seguida.

A diferencia de la Virgen de los Remedios, cuyas visitas a la Ciudad de México han alcanzado mayor número de setenta, la de Guadalupe solamente una vez abandonó su santuario a la falda del Tepeyac, para hospedarse en la metropolitana iglesia. Nadie ignora que la ciudad que, sobre las ruinas de la antigua Tenochtitlán, erigieron los conquistadores, se ha visto, no una, sino varias veces, invadida por las aguas pluviales que no pudieron contenerse en los vasos de los lagos cercanos; tanto que, en los primeros tiempos del virreinato, se pensó transladarla[sic] a las lomas de Tacubaya, proyecto del que se desistió al considerar el monto de los edificios ya construidos;[...]

Estando inundado todo el trayecto desde México hasta la falda del Tepeyac, fue preciso hacer la traslación de la Virgen en canoa, y, al efecto, el día 25 embarcáronse en una "faluca", empavesada con gallardetes y banderas, el Virrey y el Arzobispo, y bogaron hacia el Santuario, seguidos de una verdadera flotilla de canoas, igualmente adornadas y "esquisadas de remos", que conducían a los oidores, capitulares, órdenes monásticas y nobleza; y, en toda clase de embarcaciones, por casi todo lo que quedaba de la población de México. Llegados a las puertas del templo, la imagen fue bajada de su sitio y colocada en la falúa del Arzobispado, y empezaron a navegas rumbo a México, dice el P. Florencia "con aparato grande de luces en las embarcaciones, de música, clarines y chirimías, cantando el coro de la Catedral himnos y salmos, con más consonancia que alegría, porque a todos llevaba el común trabajo contritos, aunque confiados en la compañía de la Santa Imagen, de quien esperaban el remedio". 

Al acercarse la flotilla a la iglesia de Santa Catarina Mártir, los encargados de este templo sacaron a esta imagen, ricamente vestida y con sus más preciosas joyas engalanada, en una canoa, también adornada vistosamente, para recibir a la Guadalupana; entraron ambas con toda la comitiva a la iglesia, en donde verificóse solemne función, y terminada ésta, continuó su ruta la Virgen del Tepeyac hasta el Arzobispado, en donde permaneció aquella noche. A la mañana siguiente fué conducida a la Catedral, que entonces se construía, siendo colocada en el "nicho de patronos", en lo que fué más tarde sacristía mayor. Allí se le rindió culto por los infortunados vecinos de México, quienes impetraban su intercesión con misas y novenarios, para que cesara el mal que los afligía.

Fuente:
Romero de Terreros, M. Bocetos de la vida social en la Nueva España. México. 1944. Editorial Porrúa. Pp. 87,91-92

EL CERRITO DE GUADALUPE EN TEMASCALCINGO

Temascalcingo, municipio y cabecera, es uno de esos lugares donde pareciera que el tiempo no hubiera transcurrido. Podríamos recorrer parte de sus atractivos como su parroquia o sus calles, pero en esta ocasión el punto de interés que abordaremos se encuentra extramuros de la localidad.
A raíz del famoso sismo de Acambay, acontecido hacia 1912, su produjo una abertura en uno de los cerros, donde se decidió mas tarde construir una especie de capilla abierta con la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Desde entonces es costumbre peregrinar a esta capilla que por cierto hay que mencionarlo, no es apta para personas con vértigo, puesto que esta capilla se encuentra a varios metros de altura, además de que implica subir una escalinata muy estrecha, de cualquier modo, es una experiencia agradable e inolvidable para el visitante.

Una tradición del lugar es dejar una inscripción en la roca misma de esta especie de gruta, ya sea con una petición o simplemente para dejar constancia de haber visitado el lugar.