Continuando con este improvisado serial en Valle de Bravo, este día tocó turno a la llamada Peña, formación geológica que resulta ser uno de los principales atractivos de esta población, ya que es en su cima donde podemos apreciar vistas agradables de esta localidad, lo mismo que de la presa y el horizonte mismo.
Ya desde la subida comienzan a verse aquellos paisajes que irresistiblemente llevan a ser fotografiados. Evidentemente, también es necesario detenerse un instante para apreciar su singularidad, lo mismo que lamentar el proceso de sequía que desde hace unos años ha comenzado a sufrir el lago, pues como se comenta, anteriormente la presa contaba con mayor cantidad de agua llenándola.Y a lo lejos, en otro de los extremos, alcanzamos a divisar terrenos áridos evidencia del proceso de sequía en la presa, y que definitivamente en algún momento eran los límites con la tierra firme, pues no se ven rastros de construcciones dentro de ese contorno.Las plantas nativas conviven con las agrícolas, como el maíz, pues a pesar de que Valle de Bravo es cabecera municipal, también es una localidad aún con ciertos aires rurales, e incluso indígenas, visibles principalmente en las mazahuas que transitan con su vestimenta típica en las calles del centro de este lugar.Por fin, después de un caminar ciertamente cansado, saltando de vez en cuando las rocas del camino, y con muchas precauciones, para evitar alguna caída, se presenta ante nosotros la cruz, esculpida en piedra, y que recuerda a las cruces atriales de las iglesias. En particular esta es una cruz atrial. Surge entonces una reflexión recordando los picos sacros, esas elevaciones en varios lugares donde existen cruces e inclusive habitualmente el 3 de mayo reciben gran número de visitantes y devotos.Desde la concepción católica, y aún bíblica, estar en lo alto era asociado a la cercanía con Dios, así encontramos pasajes como los diez mandamientos, donde Moisés sube al monte Sinaí, o la transfiguración, en el monte Tabor. Muchos acontecimientos importantes de hecho sucedieron en cerros y montes, como el sacrificio de Isaac, o el sacrificio mas conocido en la Biblia, el del monte Calvario. La fotografía anterior corresponde al cerro del 3 de mayo de Santiago Acutzilapan.En los pueblos prehispánicos, cruz y montes tenían también un gran significado aunque evidentemente distinto. La cruz, naturalmente, no simbolizaba al Cristo crucificado, sino a los puntos cardinales, incluyendo el inframundo, donde este "árbol" hunde sus raíces. Algunos árboles literalmente evidenciaban esta función sagrada, como el pochote, especie que curiosamente encontramos al subir la peña de Valle de Bravo, con una ficha explicativa recordándonos lo anterior, lo mismo que el simbolismo de la montaña para los indígenas que habitaron esta zona. El monte era también importante para los pueblos indígenas, pues era el gran proveedor y sustento para ellos, de aquella concepción parte el vocablo náhuatl "altepetl", cerro y agua, que hacía referencia a los sitios donde se podía poblar o existía población, aunque claro, con sus acepciones administrativas, cabe aclarar. Los mazahuas fueron otra de esas culturas que tenía gran aprecio por los cerros, y sus centros ceremoniales fueron las cimas de estos. Con la conquista, muchos pueblos indígenas no olvidan estos dos elementos y los dotan de nuevos significados. Así encontramos las muchas cruces en los cerros cercanos a Chalma, como esta cruz en un cerro de Malinalco, al cual pertenece también la foto anterior.Con esta serie de reflexiones, volvemos a Valle de Bravo, donde están presentes estos tres símbolos asociados uno con el otro, y digo tres pues ellos son la cruz, los cerro y la Virgen de Guadalupe, la presencia femenina en estas elevaciones. Basta de reflexiones por ahora. Nos quedamos mejor con las imágenes de la cima en la Peña de Valle de Bravo.
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