Siguiendo con el serial de Pueblos Mágicos, ahora por otros lugares del país, toca visitar uno de los que es más peculiares, puesto que su principal turismo es de carácter religioso, aunque no por ello, muchas veces con interés de conocer otros sitios llamativos en la zona. Como se vio en el titulo, no puede ser otro sino el poblado de Juquila.
Personalmente cuestiono un tanto la decisión de haber elegido este sitio como Pueblo Mágico, en el sentido de que mayoritariamente, los lugares que reciben esta denominación, desatacan por la conservación de su arquitectura vernácula, algo que no sucede mucho en Juquila. Con todo, es innegable que cuenta si con un valor turístico, influido principalmente por la imagen mariana que en él se venera: La Virgen de Juquila. Una nota referente a la misma ya se publicó recién aquí. Así, en breve, no deja de ser cautivador el panorama que nos ofrece la serranía en la que nos encontramos. Si se llega en vehículo, hay que advertirlo, debe de estarse preparado para varias horas de un viaje por curvas, sin que ello deje de ser una experiencia fascinante por todo lo que se aprecia conforme se avanza.
Su epicentro, por obvias razones, es el Santuario de la Virgen, lo que hace que Juquila prácticamente todo el año esté de fiesta por las constantes peregrinaciones que llegan a este lugar. A ello hay que sumar las fiestas populares que los propios locales organizan en los barrios, sin olvidar las fiestas en honor a sus dos patronas: Santa Catarina Mártir, a finales de noviembre, y la Virgen de Juquila, casi consecutiva a la anterior. En temporada vacacional, también es evidente el ir y venir de peregrinos por las calles de la población, que son serpenteantes por situarnos entre cañadas y montes.
Los peregrinos ingresan al templo, que desde hace ya algo de tiempo, luce con su nave principal sin bancas, para dar mayor espacio a la afluencia de gente que se da cita en el lugar diariamente. Las puerta laterales del templo igualmente lucen siempre abiertas en el día, aunque se indica cuales son de acceso y otras de salida. Bellamente talladas, lucen relieves con pasajes de la Biblia. La puerta principal tiene además una imagen de la Virgen de Juquila como alguna vez lució.
A propósito de la Virgen y su aspecto, hoy se le puede ver con un vestido azul, coronada con un nimbo y una corona de mazorcas de maíz. En el articulo al que redireccionábamos al inicio de esta publicación se aborda con mayor detenimiento los cambios que la imagen ha tenido a lo largo del tiempo, tanto en su nombre como en el aspecto que ha presentado con los años. Solo cabe mencionar que aun se encuentra en los puestos del lugar la venta de imágenes tanto con la misma ataviada como hasta hace unos años, lo mismo que como actualmente se presenta al visitante.
El templo está catalogado como predominantemente neoclásico, aunque su fachada mas bien pertenece al barroco de transición, cuando aun se construía con este estilo, pero empezaba ya a asomar el nuevo modelo arquitectónico. Sus torres, como en la mayoría de los templos del estado de Oaxaca, luce con un solo cuerpo para el campanario. En años recientes a la fachada se han añadido algunas estatuas de santos y relieves. El interior también ha sido remodelado para embellecerlo.
Es la semana de Pascua (cuando se documentó el lugar) por lo cual apreciamos al resucitado, con una cruz de madera al estilo guatemalteco. Juquila tiene aun mucho por presentar. Esta ha sido la introducción al Pueblo Mágico mas sacro de México, que aunque su mayor riqueza física la encierra en un inmueble, se compensa con las vistas de los alrededores y las tradiciones y costumbres que en él existen localmente, y los que de otros lugares llegan a complementarla.
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