Luego de apreciar su atrio, e ingresar en el interior del templo, que ya vimos el día de ayer, sigue una de las tradiciones mas antiguas quizá del lugar, la del llamado paso bajo el manto. Para ello hay que subir por un pasillo, donde los fieles encienden cirios, veladoras, colocan flores, fotografías y los tradicionales milagritos, entre otros objetos para pedir o agradecer un favor en el que ha intercedido la Virgen (teológicamente la Virgen no obra milagros, pero intercede para lograr los mismos a través de Dios).
El avance continua hacia el paso bajo el manto, en el llamado camarín de la Virgen, donde a través de una rampa mecánica se hace el avance, a semejanza de como se acostumbra en la Villa de Guadalupe. Hasta hace pocos años, los fieles hacían el recorrido enteramente caminando, lo que permitía permanecer algún tiempo exactamente tras la imagen, ello obviamente dependiendo de la afluencia de peregrinos tanto en el día como el momento mismo. La última vez que había visitado este lugar aún existía esa costumbre, y la afluencia era baja, por lo que hubo la oportunidad de estar un par de minutos. Esta ocasión igualmente era poco el flujo de gente en ese momento, pero instantes después empezó a formarse una fila mas o menos corta.
Otra costumbre muy extendida, es la de recorrer sus mercados, principalmente el de artículos religiosos, que en realidad son varios pasillos con puestos o locales para la venta de estos artículos. Anteriormente, muchos de ellos se instalaban frente a la explanada del templo (fuera del atrio) hoy se encuentran a un costado, o en uno de los mercados que expresamente para ello se han construido junto al palacio municipal. Se encuentran, como se ha dicho, las imágenes con la Virgen como se le conocía hace un par de años, y como actualmente luce. Hay venta de imágenes "de bulto" tanto fabricadas en resina, yeso y madera, a las cuales se les puede vestir, incluso existe el comercio de vestidos para las mismas, lo mismo que coronas, de plástico y de metal.
Y en los mismos puestos se venden estas curiosas casitas y vehículos de madera, que siguiendo la tradición, se ofrecen para pedir o agradecer el favor de haber logrado obtener alguno de ambos. Los ex votos, categoría a la cual pertenecen no solo las pinturas, sino también estas piezas populares, lo mismo que otros objetos como los milagritos, aún se comercian en varios santuarios. En Juquila incluso podría decirse que los milagritos se han modernizado, habiendo por ejemplo algunos también de automóviles, lo mismo que una pareja besándose, conviviendo estas piezas de metal con los tradicionales de una vaca o una finca de maíz. No sería raro ver algún milagrito de un robot o un vehículo volador más adelante.
Otro de sus mercados, junto a este pasillo de artículos, es el de alimentos, donde en la parte inferior se venden productos para consumo general, como panes, conservas, dulces, y otros tantos, muchos de ellos típicos de la zona, como cocadas, panes de yema, nanches curtidos, y otras tantas delicias que lo que faltaría sería tiempo para comerlas todas, lo mismo que para nombrarlas. En la parte superior hay algunos puestos a manera de fondas, que ofrecen guisos comunes de encontrar en varios lugares, y algunos otros platillos típicos.
Los altares en honor de la Virgen abundan en varias partes. Ciertamente México es guadalupano, pero en Oaxaca, compiten, por decirlo de algún modo, igualmente la Virgen juquileña, y la patrona de la verde Antequera, la Virgen de la Soledad. Si se tiene suerte, algunos lugares lucen fotografía antiguas de la Virgen todavía en sus altares. Igualmente hay otros muy curiosos que replican el Santuario, sin olvidar en uno de sus nichos a Santa Catarina Mártir, original patrona de la localidad.
Cae la noche. Es tiempo de irse. Como muchos lugares, Juquila no deja de tener algo nuevo que nos sorprenda la siguiente ocasión. Pero el tiempo siempre lleva la delantera y se ha agotado, aún así, se ha hecho todo lo que se ha podido, y finalmente queda apreciar unas instantáneas nocturnas del centro del Pueblo Mágico. Interrumpiremos brevemente la secuencia de estos sitios con peculiar denominación, para adentrarnos en la que es una de las capitales más bellas de México: Oaxaca.
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