Lo primero que resulta llamativo del lugar es su construcción, pues se trata de una antigua casa con estilo afrancesado. Estamos cerca del Paseo de la Reforma, de allí su muy grande atractivo y lujo arquitectónico. De no ser quizá por sus letreros que indican el lugar, quizá al pasar por el lugar yendo distraídos uno podría pensar que es un restaurante, cafetería o algo similar, pues de hecho, el que funciona como su salida, está habilitado como tal, al mismo tiempo que como tienda del museo.
El museo solicita una cooperación para su acceso. Sin embargo, aunque al parecer es de financiamiento privado, cuenta con el característico descuento que en otros museos públicos normalmente llega a haber. Adicional al tema monetario es el de los guías que se encuentran en el inmueble, los cuales no tienen un costo, aunque es preferible acudir en grupo para no esperar demasiado tiempo para recibir dicho acompañamiento, pues de ir solo uno será integrado con otras personas. En cualquier caso no deja de ser una buena experiencia.
Lo que hace mas significativa la experiencia es que el recorrido en muchas salas es interactivo, desde abrir cajones para leer fichas informativas, trazar sobre cacao algunos dibujos, oler no solo chocolate, sino incluso fragancias mismas o saborizantes, así como otros recursos que permiten comprender mejor los temas. De hecho, al iniciar el recorrido, se recibe una semilla de cacao ya tostada, que el visitante puede degustar, aunque hay que advertir que depende de la tolerancia a los sabores amargos de cada cual, pues de hecho no hay siquiera un resabio de dulzor en dicha semilla.
Lo que abunda, naturalmente, es la historia del chocolate, desde sus primeros domesticadores y formas de prepararlo, hasta su evolución en la actualidad, lo mismo que las de las muchas marcas que comercializan este producto, sus publicidades, entre otros aspectos, así como las vajillas y otros utensilios que a lo largo del tiempo han surgido en torno a su preparación y consumo. Hay piezas incluso europeas sobre esta bebida, que resultan curiosas por explicarse al visitantes que su tamaño es pequeño al recibir pequeñas dosis de chocolate quienes antiguamente lo podían pagar en estos países.
Visitar este curioso museo no deja de ser algo curioso y anecdótico. Seguramente saldrás con un buen sabor de boca.
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