De los muchos símbolos que acompañan y aluden al Apóstol Santiago, indudablemente la concha y la estrella son de los mas comunes. Ya al inicio de este serial de artículos hablábamos sobre la concha del mar de Galicia, hoy toca turno a la vía láctea, la cual en muchos lugares se ha asociado al Apóstol, para los cual presentamos no uno sino tres relatos en torno a la vía láctea, los dos primeros son relatos propios de nuestro país y el ultimo es de origen español, no obstante los tres de alguna manera nos invitan a la reflexión, principalmente acerca del cambio climático y como ha alterado las cosas más comunes del pasado, entre ellas poder presenciar en la noche la vía láctea.
Nota aclaratoria: el segundo relato puede resultar irreverente, pero ante todo recordemos que estos relatos obedecen a la forma de pensar de cada pueblo, así como la manera en que han tenido de explicar también cosas como la naturaleza.
I
El cielo de Santiago
Cuando estaba uno chiquillo, prendía uno sus luminarias en la calle (todavía los prendemos esas luminarias de las ocho de la noche en adelante), y nos decían, con el humo que se levantaba del ocote que se quemaba, miraba uno al cielo, [y] se veía a Vía Láctea en ese tiempo, tan cargada de estrellas, que decían que era el polvo de Santiago que iba corriendo en su caballo.
II
El camino de harina de Santiago
El día de su santo, el mero 25, él dijo que quería que lloviera mucho, pero que a cántaros, así, lleno, mucho. Entonces dicen que los amigos dijeron: —Nooo, se acaba todo. Si quieres que llueva así como tú dices se va a acabar todo. Dijo: —No, no, pero es que yo quiero que llueva. Y los amigos lo emborracharon. Él iba a llevar la harina para hacer el pan. Entonces los amigos lo emborracharon y lo subieron ya borracho, que ya no supo de él; lo subieron a su caballo acostado de lado a lado del caballo. Entonces, luego que ya lo vieron que estaba de a tiro borracho, nomás le echaron el costal, pero el costal a medio camino se le rompió, se le hizo un agujerito y esa es la harina que va tirándose, es el camino de santo Santiago.
III
Mirar al cielo
Los lobatos, recostados en el suelo y arracimados en torno al responsable[entendiéndose como el guía de una peregrinación.], se habían ido echando en silencio, subyugados por la belleza de la noche. El cielo estaba cuajado de estrellas que brillaban como diamantes sobre terciopelo azul. El camino de Santiago era una vía láctea que invitaba a peregrinar.
―¡Que bonito! - dijo un pequeño con ojos oscuros como el paisaje, rompiendo el hechizo del momento.
―Rafa, ¿por que en Madrid no hay estrellas?
―Si las hay- respondió el responsable-. Las luces de la ciudad y la contaminación hacen mas difícil verlas, pero sobre todo lo que nos falta es tiempo y calma para mirar al cielo.
Alvear, J. M. (2004). El Camino de Santiago. Cuaderno del peregrino. Madrid. Editorial PPC. pp. 141
Campos, A. (2006). Algunas historias que en México se cuentan sobre el apóstol Santiago. en Revista de Literaturas Populares. Año VI. Numero I. pp. 5-23
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