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martes, 16 de julio de 2019

FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE QUERÉTARO


Una pintura de gran tamaño ubicada en el Templo de la Santa Cruz de Querétaro ilustra la leyenda dorada que señala la historia tradicional que se relata sobre la fundación de la Ciudad de Santiago de Querétaro.

Esta ciudad nace bajo el amparo de la leyenda. Su fundación se ha manejado tradicionalmente como una obra del Poder Divino, como un milagro, y que bueno que así sea, pues esto le da un sabor mágico a nuestra Muy Noble y Leal Ciudad.

Después de la conquista de la Gran Tenochtitlan un indio otomí llamado Conín o Conni, que significa ruido, oriundo de Nopala, pochtécatl, o sea, comerciante itinerante, quien desde tiempo atrás había traficado con los salvajes chichimecas, decidió emigrar juntamente con treinta familias, lejos del dominio español evitando así el vasallaje y al mismo tiempo para poder practicar libremente el culto a sus dioses.

Entre las condiciones que pusieron los chichimecas para someterse al yugo español, fue que se hiciera un simulacro de lucha en la que no se utilizarían armas, sino la fuerza y la destreza física.

Al alba del día martes 25 de Julio de 1531 se avistaron los dos ejércitos. El de los conquistadores formado por indios otomíes y Purépechas, comandado por don Nicolás de San Luis Montañez y don Fernando de Tapia, y el ejército chichimeca por sus capitanes don Lobo y don Coyote. Trabóse la batalla, en la cual depuestas las armas conforme a lo pactado, los hombres deberían de desgarrarse cuerpo a cuerpo, usando únicamente la fuerza de sus puños y de sus brazos. Resonaban las cajas y los clarines, y disparaban los que quedaron a la vista, a carga cerrada los fusiles, a lo alto, y con la polvareda que levantan los pies de los combatientes, el humo de la pólvora, y las flechas disparadas al viento, y un eclipse de sol que parece haber sobrevenido en ese punto, se oscureció el día de tal manera que se hicieron visibles las estrellas, y la lucha se prolongó sin que uno ni otro bando se rindiera, hasta que aparecieron en lo alto del cielo, una cruz luminosa y el apóstol Santiago sobre brioso corcel. Ante este prodigio cesó la porfiada refriega y el hecho milagroso causó reverente admiración a los gentiles, quienes abrazaron gustosos la luz del Evangelio. La sangre bañó las rocas de aquel montecillo que desde entonces tomo el nombre de la Loma del Sangremal. Así se tomo posesión de este sitio en nombre de la Majestad Católica, dándosele el nombre de QUERÉNDARO que después se españolizó como QUERÉTARO, que en Purépecha significa lugar de peñas.


Por cierto, como dato, esta leyenda también se considera como punto de origen de las actuales danzas prehispánicas.


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