Como es sabido, en nuestro país, después de la conquista armada sobrevino la llamada conquista espiritual. En este caso, el uso del arte fue frecuentemente uno de los medios favoritos de los misioneros para propagar la fe católica en el nuevo mundo. De entre todos los santos, que asimismo expandieron, el que mayor culto recibió solo después de Cristo y la Virgen fue Santiago Apóstol, que como ya hemos mencionado en otras ocasiones tiene diversas formas de ser representado, pero la favorita no solo en nuestro país sino en casi toda Latinoamérica fue el llamado Santiago Matamoros, a propósito Martí y Baz mencionan lo siguiente:
Las múltiples representaciones en relieve de Santiago no se equiparan con las innumerables imágenes de bulto que podemos encontrar en casi todos los pueblos de México―tengan o no la advocación de este santo en su toponímia―, pues la devoción a Santiago Matamoros o «mataindios» cobro gran popularidad a lo largo del Virreinato.
En general son esculturas talladas en madera o modeladas en pasta de caña y, por ultimo policromadas, que fueron sacadas a procesión durante todo el virreinato, tradición que aun pervive. La mayor parte de ellas fueron elaboradas por artífices de tradición popular, por lo que son rígidas y con proporciones alejadas de la realidad, lo que les confiere una gran ingenuidad.
La devoción, pero sobre todo el gusto que los pobladores de las comunidades rurales de nuestro país tomaron por las representaciones escultóricas de Santiago Matamoros o «mataindios» dio lugar a la proliferación de este tipo de imágenes.
Fuente: Martí, M; Baz, S. (2006) El caballo en el arte de la Nueva España. En Escultura Ecuestre de México. Echegaray, M. (coord.) Querétaro. Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito.
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