Como ya se ha repetido mucho hasta el cansancio a lo largo
de este año, nos encontramos en una situación que ha venido a modificar muchas
cosas alas que estábamos acostumbrados. La festividad en honor a la Virgen de Guadalupe
es una de esas tantas tradiciones ya centenarias que ha sido trastocada por la
situación en que nos encontramos. Pero no es la primera ocasión en que la
imagen de la guadalupana y alguna epidemia se ven vinculadas, tal es el caso de
lo que escribía en el siglo XVIII el clérigo Francisco Javier Clavijero.
Mucho contribuyó a aumentar el culto a la Virgen de Guadalupe la epidemia que afligió a ese reino en 1736. Fue tan destructora, que en solo ocho meses perdieron la vida en la capital cincuenta y ocho mil. Entre muchas practicas religiosas con que estos pueblos afligidos trataban de librarse del azote terrible, se cuenta la devoción con que acudieron a la Virgen, haciendo n su honor un solemne novenario en el santuario de Guadalupe.
Fue entonces cuando se empezó a tratar fervorosamente
de hacer elegir a la Virgen de Guadalupe como protectora principal de toda la
Nueva España; pero como esto no era posible sin el consentimiento de todas las
ciudades de ese vasto reino, fueron todas ellas invitadas a mandar a la
metrópoli sus representantes. Y una vez reunidos los votos de todo el reino, se
procedió, según lo prescrito por los romanos pontífices, a la tan deseada
elección el día 4 de diciembre de 1746, en medio de un jubilo universal; y fue
entonces cuando se estableció que el día 12 de diciembre fuese, a perpetuidad,
fiesta de guardar.
Fuente: Clavijero, F. (2004) "Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe" En Torre Villa, E. Navarro, R. (comps.) Testimonios Históricos Guadalupanos. México. Fondo de Cultura Económica. pp. 564-565.
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